domingo, 2 de agosto de 2015

La odontología en 3 dimensiones.

Digamos que por la ladera de la montaña de encima del pequeño pueblo de Villanueva de la Dehesa se asomaba un sol radiante y sonriente como si se tratara del pequeño bebé de la serie aquella de los bichos de colores que algún día vimos cuando éramos pequeños.
Nos encontramos, eso sí, en el sur de España, no sé si el pueblo existirá, si existe y está en el sur, pues bienvenidos sean los lectores de esa pequeña localidad, sino, me ha salido de mis neuronas nobles.
Concretamente, en la casa de doña Hermenegilda, digo doña porque pega con el nombre, en realidad Hermenegilda Hernanda poco tiene de señora. Más bien nos encontramos ante una señorita de 25 años, recién licenciada en esto de los dientes… como se llamaba, ah sí, odontología y en busca de su nueva clínica para empezar a ejercer como dentista para así desarrollarse en lo suyo.

Cerca de ella, pero sin todavía saberlo, nos encontramos a doña Rocío (tiene de doña lo mismo que la anterior), la cual venía de la estepa rusa, pero llevaba viviendo en España desde que era pequeñita, concretamente en la Isleta y a los 10 años ya emigró hacia la península. Rocío Dasoul, contrariamente a Hermenegilda (o Herme como la llamaremos a partir de ahora) era recepcionista de una clínica dentista situada enfrente del ayuntamiento de la pequeña localidad, por lo que es más que obvio que los caminos de nuestras protagonistas pronto se van a cruzar.


Volvamos con Herme.

Como bien dije, ya había salido el sol, y su despertador de las 7 estaba sonando como un descosido por lo que con la desgana que tanto caracteriza a los españoles le dejó caer el brazo encima y lo apagó tirándolo al suelo. Se sentó en la cama con ojos legañosos y llorosos debido al gran momento de la fase REM de la que estaba disfrutando (todos sabemos que no hay nada mejor que soñar con “Losing my religion” como banda sonora a todo aquello que te pasa). Miró a la ventana, bueno, más bien a la cortina cerrada y mientras intentaba recordar lo que estaba soñando iba pensando como levantarse de la cama con alegría e ímpetu.

Y allí se encontraba, en ropa interior, con su esbelta figura la cual estaba realzada por aquel sujetador negro de encaje el cual realzaba sus turgentes pechos y sus correspondientes bragas a juego con el mismo, mientras un pequeño rayo de sol entraba por el hueco entre las dos cortinas haciendo brillar en diagonal su vientre perfecto a la vez, que tanto una lágrima de sueño se deslizaba por su mejilla y otra de sudor (estamos en verano, recordad, sur de España) empezaba a deslizarse lentamente por su seno izquierdo en la dirección del rayo de sol que la iluminaba directa a su ombligo.
Entonces oyó algo y se levantó a correr la cortina. Allí estaban, dos pequeñas palomas, queriéndose como si dos enamorados en París se trataran.

En vez de espantarlas, se quedó allí observando, envidiosa, celosa, sorprendida de porque en un mundo tan grande y con tantas palomas estaban esas dos enfrente a su ventana para ahondar aún más su crisis sentimental, pero no por ello era una forma de empezar mal el día, así que abrió la ventana y fue a su ritual mañanero que correspondía en la ducha matutina y el posterior desayuno.

Éste, correspondía en dos tostadas con mantequilla, doradas en su punto perfecto el cual brillaba sobre la cocina tipo barra americana que poseía con el respectivo café artesanal colombiano que pedía por correo para amanecer con el mejor sabor de boca posible con el pequeño chorro de dulce de leche, la cucharada de azúcar y la correspondiente leche a una temperatura óptima para el calor que estaba viviendo (con hielos). Después de ello normalmente se iba a pasear, correr un poco o cualquier cosa que le hiciera aprovechar la mañana.

Hoy no era día para el ocio, hoy tenía una entrevista de trabajo en la clínica que se encontraba frente al ayuntamiento, así que tenía que encontrarse lo más radiante posible y con unos dientes ejemplares para llevar a cabo la mejor impresión posible. Es decir, se lavó los dientes 4 veces (como hacemos todos los días que tenemos revisión en el dentista), se pasó el hilo dental, un poco de blanqueador y tirando.

Tomó el ligero paseo desde su casa hacia la clínica dentista, puesto que vivía a escasos 300 metros y cuando llegó indicó a la recepcionista cual era su objetivo y posteriormente se sentó a esperar a que la llamaran. Mientras, se dispuso a observar el establecimiento con detalle, pero no pudo concentrarse puesto que los ojos de la recepcionista le habían llamado la atención y se volvió a fijar en ellos, dándose cuenta de obtenía una mirada de vuelta a la suya con la misma cara de concentración. Sus miradas se cruzaron de una manera sorprendente, como si lanzaran pequeños rayos que en vez de chocar se desviaran para ser recibidos.

Segundos después, sonó el teléfono y rocío le indicó a Herme que pasara para llevar a cabo la entrevista. Se cerró la puerta y ya no se oyó nada más. Y allí estaba Rocío, sola, puesto que aún no había abierto la consulta, por lo que tenía más que tiempo de sobra para pensar en lo que había pasado. Mencionando temas como la bisexualidad de la señorita de la que nos encontramos hablando en este momento, se puso a darle vueltas, el que, el por qué y todas esas palabras que hace nuestro jodido pensamiento con el objetivo de volvernos más locos aún de lo que ya hemos nacido por esta naturaleza tan abstracta en la que nos toca formar parte y hacerla más y más antinatural de lo que en su día fue llamado alguna vez naturaleza.

Después de todas estas preguntas hiladas una sobre otra puesto que la respuesta de una ocasionaba 5 más, se centró en una de todas ellas, la cual venía a ser algo así como “¿Qué hago?”. Y bien, pues como seguimos hablando de nuestra alocada mente que actúa de forma lógica hizo lo normal, que vino a ser un adiós con una sonrisa cuando esta abandonó la clínica.

La parte buena de todo esto es que si algún tipo de destino ha existido alguna vez en este mundo, en este caso iba a actuar en forma de nueva contratación para esta clínica dentista (también ayudó un poco que fuera la única dentista que se presentó a la entrevista en este determinado momento en el cual se necesitaba una con urgencia puesto que el actual dentista del pueblo se había jubilado y ahora se dedicaba a ser dentista, pero de burros y otros animales de campo en sus últimos días de su preciosa vida de amargar a niños pequeños con un instrumento que hace un ruido infernal que probablemente es con el que nos reciba el diablo cuando lleguemos al infierno al que todos y cada uno de los humanos iremos, recordad, el confesionario solo sirve para que el cura tenga algo que hacer en la iglesia, no para absolver a trote y moche).

Nos podríamos extender en la vida por separado de las dos señoritas hasta ahora presentes de esta historia, pero ahora que hemos encontrado algo curioso en toda esta historia vamos a centrarnos en ello.


Todos los días por la mañana Herme llegaba a la consulta como bien es lógico (no conozco aún a dentistas a domicilio, pero ya que estamos, vamos a imaginar cómo sería...).


  • Lapsus de la historia, ahora seguimos:
Entrada en youtube > Buscar: Cómo sacar uno de los cordales. > Guión del vídeo (id imaginando un poco las imágenes):

“Hooooola amigos, hoy en “se tu propio dentista” vamos a aprender a sacarnos las muelas del juicio o cordales, para ello necesitaremos unas alicates o algo para poder sujetar con fuerza el diente, muchas drogas y también mucho alcohol para no sentir nada de nada. Además, comprar un cubo puesto que la pérdida de sangre con estos métodos puede llegar a ser moderada.
En primer lugar seleccionaremos la muela a quitar como estoy haciendo yo ahora mismo en este momento y cogeremos los alicates para empezar a tirar. Recordad que los esfuerzos han de ser cortos y con mucha fuerza, de lo contrario solo haremos tonterías, de todas formas yo lo haré en directo para que lo veáis, pero antes… un consejo de limpieza de dientes de mi amigo Norberto…”

“Ahora que empiezan las navidades con la llegada del turrón y los polvorones, nuestras paletas sufrirán muchos trastornos de color por lo que hemos de cuidarlas con los mejores productos, así que tendremos que cepillar con un cepillo de punta metálica lleno con pasta de dientes casera hecha con un poco de menta, algo de alcohol 96 y un poco de nata para cocinar para darle consistencia, y repetir el proceso dos veces por semana para así obtener una sonrisa radiante. Ahora les dejo otra vez con Juan que les terminará de explicar cómo retirar las muelas del juicio en tu propia casa…”

(Ahora se vería el baño del tío con un chorro de sangre mojando el lavamanos mientras se mueve como un loco mientras se oye lo que pondremos a continuación).
“me voy a piiiiii en todo, piiiiiii como duele , andá la piiiii de tu hermana, AHHHHHHHHHHHHHHH…” (Se pone la pantalla en azul y se acaba el vídeo).



Siguiendo con la historia principal, ambas se regalaban unas miradas cada vez más pasionales, unas bonitas sonrisas y cada día intentaban alargar más la conversación del típico “¿Qué tal?”. Y así pasaban los días en la consulta dentista de Villanueva de la Dehesa, hasta que un día, Herme, harta de conocer a tan poca gente en el pueblo (ya sé que no lo dije antes, pero había llegado hace poco al lugar y no había conocido mucha gente interesante en este periodo), pues invitó a cenar a Rocío (recordemos que la invitación española consiste en que los dos pagan, ahora la invitación es el detalle de tener huevos u ovarios en este caso para decirlo).

Rocío aceptó encantada (sabía que era el momento de meter ficha ahora, y joder si lo hizo). Fueron a una pequeña tasca situada en la plaza central de la localidad donde a base de cañas y tapas las dos acabaron contentillas (es decir, como cubas, pero dentro del límite al que hablar no se resume a dos graznidos que uno hace como que entiende pero solo asiente), y Rocío fue moviéndola en el terreno en el cual le interesaba, sorprendiéndose de la receptividad de Herme.


En resumen, Herme amaneció en la cama de Rocío sin ropa interior y consciente y feliz de lo que había ocurrido la noche anterior. Bien, no me he metido en detalles aún puesto que como vivimos en un mundo donde está de moda el tema de las 3 dimensiones, ahora mismo solo tenemos dos, y habremos de añadir una tercera dimensión la cual llamaremos Panfilo.

Esta nueva dimensión entraría en acción en la consulta de la que tanto ha tratado esto una oscura y devaluada mañana de noviembre, con una sonrisa simpática tirando millos a diestro y siniestro en la misma, con la sorpresa de que esta vez sería efectivo. Es decir, mediante un “Oye, tienes Whatsapp?” a la que inexplicablemente hubo una respuesta positiva por parte de Rocío (se aburriría de jugar al buscaminas allí en la oficina), empezó a forjarse una conversación con todas las indirectas posibles por parte de Panfilo que acabo en una cita a 3 bandas.

EN LA ESQUINA DERECHA, CON BRAGA ROJAS Y 65 KILOS DE PESO, VENIDA DESDE LAS ARCAS PERSONALES DE PUTIIIIIN, ROCÍOOOOOO DASOUL!!!!!.

EN LA ESQUINA DERECHA, CON BRAGA AZUL Y 64 KILOS DE PESO, VENIDA DESDE LAS MÁS PROFUNDAS LADERAS DE LA ESTEPA LATINAAAAA, HERMENEGILDAAAAA HERNANDA!!!!!.

EN EL CENTRO DEL RING, CON 85 KILOS DE PESO, Panfilo.

Y se fueron a la misma tasca donde se forjó la relación en dos dimensiones anterior, en busca de nuevas experiencias, y con la misma cantidad de alcohol en sangre volvieron al lugar de los hechos, y si, ahora vienen los detalles.

Mientras Herme y Panfi conversaban, Rocío preparaba 3 copas de vino. Cuando llegó con ellas, a la luz de las velas ambos se sentaron y las chicas ya estaban entonadas, tanto que empezaron.

Destacar que ya estaban ambas en camisones que ponían “#SWAG”, no entiendo nada sobre este tipo de camisetas ni el postureo ni nada (supongo que será jerga dentistóloga de esa rara). Y bueno, debajo del camisón (digo camisón como podría decir una camisa sin mangas de talla XXXL para que llegará por encima de la rodilla y así ahorrarse el vaquero braga este nuevo) pues se encontraba lo básico, que duraría poco.

Rocío, que estaba sentada muy cerca de Herme, empezó a meter su mano por debajo del camisón de una forma descarada para que Panfi se diera cuenta y a subir lentamente hasta llegar a la zona recreativa mientras que Herme, para no quedar como la parada, pues la imitó, pero subía en otra dirección y se iba acercando más y más a Rocío. Dio un sorbo largo a la copa y la dejó en la mesa para subir lentamente con sus dos manos por su torso apolíneo y llegar a sus senos mientras levantaba con otro movimiento el camisón y se lo quitaba sin usar las manos (ojo a la técnica perfeccionada). Panfi se encontraba enfrente patidifuso y más empalmado que un gallo en un corral, pero seguía observando mientras ellas lo invitaban con la mirada, cosa que él no llegaba a traducir a su cabeza. Ellas seguían erre que erre, tanto que ya nos encontramos sin camisones sin sujetador y ya con las manos columpiándose en las zonas recreativas (en día de lluvia, pero la felicidad de estas manos es como la de un niño, que no la para nada, si las manos estaban felices imaginaos el resto…) de cada una.

Panfi ya había determinado que era el momento de pasar a la acción, así que se sacó su camisa como pudo y la tiró lejos y se abalanzó sobre ellas cual perro en celo al tobillo de una mujer que pasea por el parque tan feliz con tacones.

¿Sabéis el problema de lanzarse tan cachondo al ataque?


Vamos a explicarlo así por el aire con algo de base científica.

85 kilos frente a 65, son 20 de diferencia, a los que no están acostumbrados algunos miembros como extremidades inferiores. A esto le sumamos el abalanzamiento, es decir, todo lo que sube baja, y con fuerza, así que el cuerpo llevaba aceleración de bajada y la mayor fuerza. El tropiezo de la rodilla de Panfi con la mesa donde estaban las copas de vino, las cuales ahora podremos asistir a su funeral, y también de la mesa armada a partir de las instrucciones de un sueco que no fabricó nada pero que sabía que nunca iba a sobrarle ningún tornillo. Y recalcamos que el tropiezo hizo caer de una forma lateral con mayor masa hacia los dos cuerpos que se encontraban ya de fiesta y distraídos ante tal hecho.

Resumen, una de las rodillas de Herme sufrió tanto que se la llevaron en ambulancia, Rocío recibió un cabezazo en uno de los brazos que le tatúo un bonito ovni ovalado con el que podría presumir. Por otro lado Panfi entre el morado en la rodilla de la colisión de la mesa y la doble hostia por parte de cada una de las doñas, acabó con la cara bien caldeada y al día siguiente no necesitó anestesia para sacarse la muela del juicio final.


Pero esta vez el encargado fue el dentista jubilado puesto que no pudo volver a entrar a la ÚNICA consulta dentista en todo el pueblo por la orden de alejamiento que le interpuso Hermenegilda.
Ellas dos vivieron felices y comieron tostadas.

domingo, 1 de marzo de 2015

Un paseo como ninguno

Era domingo de una tarde de verano, bueno, mejor de otoño, que así las hojas anaranjadas cubrían el suelo en el reflejo del sol con el sereno característico de un amanecer de estas proporciones, y don Alejandro paseaba en su lento pero activador paseo mañanero mientras veía los pájaros cantar a ambos lados del camino por el cual andaba. Desde hacía 4 años, este señor de 60 años paseaba todas y cada una de las mañanas de cada uno de los días que cubrían estos últimos años, salvo que la meteorología impidiera tal hecho.

Don Alejandro era un buen hombre jubilado anticipadamente debido al exceso de estrés de su trabajo, el cual comprendía ser locutor de partidos de la radio, de todo tipo, hasta de curling y pelota vasca. Se había ganado una fama por su forma de relatar las cosas con el dominio de la metáfora y los dobles sentidos dignos de aparecer en un libro de poesía que llegara más lejos que Gustavo Adolfo, pero tanto subir las revoluciones de su castigado corazón le había pasado factura por lo cual tuvo que dejarlo antes de que el gobierno lo obligara y ahora se dedicaba a mantener a su corazón sano y salvo de las exaltaciones dignas de las batallas más sonadas de la historia de la humanidad.
Pero hoy no era un día cualquiera, hacía justo 4 años que había dejado su trabajo y claro, los aniversarios uno se pone a recordar cómo eran las cosas antes y a darle vueltas a como había cambiado su vida, y le iban viniendo locuciones que lo habían hecho famoso en internet, el momento en el que cantando un triple que decidía un anillo de la NBA le dio un ataque al corazón y tuvieron que ingresarlo, vamos, lo normal. Cuando de repente algo pasó rápidamente en frente suyo.

Se quedó trastocado y de repente volvió a pasar hacia el otro lado mientras él, patidifuso intentaba darse cuenta de que era, mientras pensaba “Aaaah, como gambeteeea”, así que paró su marcha para ver si volvía a pasar, pero nunca ocurrió, triste volvió a emprender su marcha y esta vez volvió a oír algo pasar por detrás de él. Ya no estaba tan tranquilo, empezaba a ponerse nervioso, lo cual no era bueno para su salud, entonces se dio la vuelta y volvió a oír detrás otra vez lo mismo, y así varias veces, lo evitaba, lo bailaba, lo volvía loco a su placer y entonces ocurrió…
Algo le dio en la pierna y cayó al suelo, lo cual con el respectivo golpe en su sesera hizo que perdiera el conocimiento inmediatamente.

Cuando despertó, no sabía dónde estaba, así que como toda persona normal en este mundo se puso a observar. Parecía estar en un laboratorio de alta tecnología rodeado por… espera. Eran seres bajitos, aproximadamente de un metro, pero que sorprendentemente se comunicaban en español. Con una estructura ósea muy parecida a los humanos, eran más bien los mini yo de Austin Powers, pero con pelo, caminaban muy rápido y no tenían la voz de Florentino Fernández.

Cuando se dieron cuenta del despertar del gran señor, inmediatamente fueron a hablar con él. Obviamente estaba amordazado con unas esposas de Coca Colha (ya sabemos cómo van los derechos de autor y bueno, con la samba brasileira molan más), las cuales se agitaban para cansar el músculo de Alejandro y así no pudiera ofrecer resistencia. Lo metieron en un cuarto y entonces se lo dijeron lo que querían de él.

Mientras uno de ellos se ponía una especia de guantes esterilizados (que vete tú a saber de qué material eran o que hacían con ellos), el buen señor lo miro con ojos de, “Joder, la puta sonda de las películas, no podían ser bichos feos, no la jodida sonda, puto cine…”, lo sentaron en una silla con un agujero en medio y empezaron a explicarle sobre algo raro, muy raro, rarísimo de cojones.
Me explico, hablaban de 16 personas, divididas en equipos de dos, que se situaban en un terreno circular, con dibujos hexagonales concéntricos, en el cual lanzaban una pelota con forma de plátano y el que la agarrara con la boca tenía que saltar en el siguiente hexágono interior, y el primero de cada que llegaba era el rival a batir por los 7 rivales del equipo contrario, los cuales tenían que correr hacia él y le daban con la mano abierta una nalgada a mano abierta, y el primero de los dos que soltara el plátano de la boca perdía la partida. Destacar la emoción de esto y lo largo que era, puesto que el Asscoloraden (es como el Quarterback del rugby, pero en este deporte) no tenía muchas ganas de sufrir, y que antes de caer el plátano caían lágrimas de dolor y molaban mucho las caras de los mismos. También le aclararon que tenían unas manos muy sensibles al contacto humano y que sus sillas tenían un agujero en medio por temas de refrigeración.

Imaginaos la cara de Alejandro, obviamente pensaba que estaba soñando, pero cuando asimilo que su mente era incapaz de imaginar un deporte tan perfecto, pregunto qué es lo que querían de él, y como es obvio, pues que lo comentara, que le diera emoción, que los aficionados saltaran lo vivieran, lo sintieran, tuvieran la pasión, etc.

Entonces los paró, y les contó el tema del corazón y tal y cual mientras los Caleidoscopicos (los miniyos estos, casualmente eran de un meteorito situado entre la Tierra y Marte, que la NASA por temas del estudio tanto de Marte y de la nave donde se rodó el aterrizaje en la Luna no habían tenido el tiempo de descubrir, este meteorito se llamaba Caleidosum III, sí, había 3, lo que los otros eran los padres) se mostraban muy receptivos.

Cabe destacar que el Caleidosum III tenía un ecosistema muy parecido al de la Tierra, salvo que el agua no era incolora, sino colora y encima era sípida, algo así como jugo de naranja pero con otro sabor, a panceta con kétchup y mostaza recién ordeñada, como la de las vacas que allí tenían (sí, eran como ponis de vaca). Luego lechugas y esas cosas también tenían, así que le dijeron al señor que tenían una especie de bebida espirituosa procedente de la uva mandarina (no era asiática, sino naranja y apretada como las mandarinas terráqueas) que era muy buena para estos problemas y servía de cura temporal mientras trabajaba para ellos.

Alejandro, dudoso, sólo pudo decir una cosa, —Traedme esa bebida y negociamos. Atendiendo a sus plegarias, los Caleidoscopicos trajeron un vaso cuadrado (sí, allí los vasos eran cuadrados, ajeno a todo esto, imaginaos rascar la Nutellen de las esquinas, una tortura ¿Verdad?, estaban como cabras estos, bueno, siguiendo…), cogieron una botella similar a las de 8up de los años 50 y le pusieron la bebida. Acto seguido le quitaron las esposas de Coca Colha y estas hicieron un sonido, el cual era una canción de Carlinhos Marrón (recordad, la colha brasileira) y se hizo un silencio en la sala. Cogió el vaso y pegó un sonoro sorbo, mientras que la sala seguía en silencio, se mojo otra vez los labios y siguió saboreando.
 ¿De Ribera del Duero?— preguntó.
—De Roaja— le respondió uno de los señoritos.
—Acepto— culminó.

A continuación, le pidieron que le acompañaran a una habitación que tenían preparada para él y allí le tomaron medidas para hacerle un buen traje puesto que debutaba esa misma noche y darle un cursillo de Youtouben (recordad lo de los derechos) de las reglas del deporte cuestión para que estuviera preparado para la ocasión. Aprendió que los campos eran circulares puesto que favorecía la acústica de los estadios, que al ser tan rápidos en movimientos los hombrecitos tenía que estar muy atento para comentarlo, vamos jerga de la que había aprendido mucho en sus años mozos. Y tras un vasito de la bebida de uva mandarina, la cual llamaba “Winol Complex”, se dirigió a la cabina de comentaristas donde comenzaría su nueva andadura.

Allí estaba, sobre un estadio lleno de Caleidoscopicos que estaba a reventar, dispuesto a triunfar en esta oportunidad que le había deparado la vida y con su vasito de Winol se sentó y espero a que los jugadores saltaran al terreno de juego. Los nombres por suerte eran normalitos, Wilfredo, Anacardo, Angelino, Mutombo, cosas así, fáciles de pronunciar, no cosas raras como ET, el extraterrestre con nombre de conjunción francesa (me imagino ese departamento creativo de Spielberg como iría de mamado cuando propuso el nombre de la película, ¿A quién le habrán hecho el francés?, pensadlo), y tras los himnos, que casualmente eran canciones de David Hasselhoff empezó el partido.
Como comentaba Alejandro, emocionados estaban los aficionados que no habían podido acudir al estadio Coletillas IV a ver el encuentro, lo vivían, se sentían uno más del equipo, algo que no habían sentido antes, y claro entre pausa y pausa de comentario caía otro y otro sorbito de vino, y tras el encuentro que duró unas 3 horas (joder como aguantaban los Asscoloraden la leña), terminó, y Alejandro se sentía contento de rememorar viejos tiempos, pero no tan contento como deberías estarlo después de echarte 5 vasos de vino terráqueo.

Entonces fue a hablar con los Caleidoscopicos sobre la graduación del Winol Complex y le preguntaron qué, que significaba es de la graduación, y les explicó. Claro está que no tenía alcohol y que desconocían de su existencia en su meteorito con vistas a la playa de Malibú y que por eso eran una sociedad tan civilizada y no tenían problemas sociales.

—Quiero volver a la Tierra, ¡AHORA!— exclamó Alejandro.
 ¿Por qué?— preguntaron los hombrecitos sorprendidos.
—No tengo tanto tiempo para seguir perdiéndolo aquí— respondió cabreado.
—No podemos dejarte marchar, no nos queda gasolina para volver a la Tierra a dejarte, la crisis— Completaron ellos
—Yo aquí no pienso estar un segundo más.
—Vale, entendido, te damos todo tipo de facilidades y tu nos tratas así, ok.
—Callaos bichos raros, ¡dejadme ya en mi casa malandrines!
—Si algo hay que no valore este planeta es una falta de respeto, traed una pistola (si, eran de la parte equivalente a Estados Unidos de Caleidosum III).
 ¿Qué?, ¿Me vais a matar?
—Quien falta al respeto el último ríe mejor, hijo de puta.

PUM!

Y aquí se acaba nuestra primera historia, de la que podemos sacar una valiosa moraleja: Como el vino español, ninguno.